Las mujeres sabias.
Se llama Pili, Agustina, Rosa… Se llamaba Concha, Marisa, Rosalía… Madres, abuelas, suegras y un largo etcétera de vecinas y maestras. Mujeres que exorcizaron las penurias del destino al grito de “hay que hacer de tripas corazón”. Si bien estas mujeres, nacidas en una Europa desangrada y falta de hijos, criadas en una cultura represora posbelicista, no recibieron en todos los casos una educación a su altura, su sabiduría es ancestral y femenina, e hicieron gala de ella en un momento en el que todo y todos les daban la espalda. Pero el lenguaje define y construye, como nos muestra en sus obras Mercedes Bautista.
La obra de Mercedes Bautista “De tripas corazón”, creada expresamente para la convocatoria “Las resilientes. Memorias imborrables”, simboliza la memoria colectiva en estado de hibernación. La memoria plasmada por el viejo refrán, mil veces repetido, de esas mujeres. Mujeres fuertes o débiles, todas diferentes, pero depositarias de un saber incorrupto.
Recuerdo imborrable de una sabiduría que las mujeres han dado en proteger y acarrear a lo largo de la historia. El saber tradicional de nuestros antepasados en todas las culturas conoce la relación existente entre el intestino y el corazón.
Esa sabiduría deliberadamente olvidada, interpreta la importancia del intestino, las tripas, como depositarias de una inteligencia emocional y compleja, que la ciencia actual ha dado en encontrar recientemente.
Lo que esas mujeres entendían en convertir el sufrimiento en virtud. De transformar un momento de aflicción en un paso largo y trabajoso para seguir adelante. Una maraña de tejido en la obra de Mercedes Bautistas, donde el mantra bordado en hilo rojo arremete sobre las tripas compuestas en un corazón. Porque de esta pareja energética la artista hace crecer un árbol, en principio enjuto y débil, que manifiesta su poder regenerador mediante el hilo rojo que circunvala su tronco, promesa alimentada con la primera sangre, con el hilo sagrado que une a todas las especies, con el hilo de sangre que revela la palabra elevada al cielo en la que creen las culturas prehispánicas, la cultura adoptiva de Mercedes Bautista.
Puesto que el árbol ha de regenerar que sea con las palabras de nuestras madres y abuelas: las mujeres sabias portadoras seculares del conocimiento antiguo, enfatizado en la conexión entre nuestro cuerpo, nuestras emociones y la naturaleza, en la metáfora de la obra de otra mujer sabía, Mercedes Bautista.
Leticia Palomo Garrido